Cambios. Más cambios.
El año que pasó lo pasé monopolizado por el trabajo en relación de dependencia. Mucho aprendizaje, mucha gente muy talentosa y maravillosa, pero poco tiempo para dedicarle a otras actividades.
Por esta razón, suspendí temporalmente el proyecto del ajedrez, y las actualizaciones del blog.
Hasta que un día, mi amigo
El Wacho organizó el "25/25": repartió veinticinco bastidores entre los integrantes del Departamento de Arte de la empresa. Tema libre. A mí me tocó uno, y luego de unas semanas, lo transformé en esto:
Su historia es la siguiente: el tema libre generalmente me desconcierta. Quizás por los años que pasé en la facultad, me siento mas cómodo moviéndome entre consignas, condicionantes y pautas. La punta del ovillo.
Así que, como la obra iba a ser un obsequio para mi amigo, me puse a buscar inspiración entre sus trabajos.
Y encontré uno que me llamó la atención:
Pensé que me gustaría hacer una versión escultórica de este personaje. Para eso, usaría el dorso del bastidor como un escenario. Y para variar manteniendo el lenguaje de retrato clásico, se me ocurrió hacer una versión a caballo.
Con un boceto rápido como para fijar la idea y la escala que iba a tener dentro del marco, comencé con unos esqueletos de alambre, y modelando los volúmenes principales en masilla epoxi.
A cada pieza le agregué mas masilla progresivamente; primero en los volúmenes menores que no se articulan; una vez que seca corrijo la postura doblando por los alambres expuestos (por ejemplo, codos, hombros, las patas del caballo). Cuando llego a la postura definitiva, masillo las articulaciones para fijarlas.
En este caso, preferí dejar separados caballo y jinete para trabajarlos y pintarlos aparte. Cada tanto los presentaba para probar el encastre y la postura juntos.
Haciendo pruebas, encontré que el sable quedaba mejor en la mano izquierda. Esto formaba en la figura un eje tendiendo a vertical que equilibraba la composición. También decidí modelar la capa y las crines del caballo como si un viento soplara desde atrás.
Una vez modeladas los últimos detalles, separé las piezas para pintarlas. Tenía mis dudas sobre qué iba a pasar con las correas, pero afortunadamente quedaron adheridas a la mano del jinete.
Dejé alambres sobresaliendo de ambas figuras; esto me resulta muy útil para sostenerlas mientras modelo, cuando las tenga que pintar, y para fijar el caballo a la base definitiva.
Ahora inicia la fase de pintura. Rocié todas las piezas con una base blanca mate en aerosol. Uso blanco o negro, dependiendo de cómo sean los colores que use después. Parece mentira, pero una base negra da siempre un tono más sombrío y apagado, y hay algunos colores que no la cubren del todo. Con blanco abajo resaltan los colores vivos y pálidos. Entonces después de varias manos de base y una vez que seca, comienzo a pintar las sombras con un gris medio. Varias capas traslúcidas de pintura acrílica al agua forman un gradiente de tonos. Por ahora, no me preocupo mucho en difuminar los bordes.

Lo mismo para el jinete. Sombras grises a la cabeza, gris claro para fundir los bordes de las sombras con los tonos medios. Sobre esto aplico unas capas de amarillo tostado muy diluido, solamente para darle un tono cálido a las luces. Finalmente refuerzo las sombras más intensas con una mezcla de gris oscuro con marrón. En la foto se ve que con el "color hueso" casi listo, y algo del uniforme avanzado.
Para la ropa sigo el mismo método: un color de tono medio como base sobre el blanco, luego las sombras, y finalmente algunas luces de tonos más claros, en lugares sobresalientes del modelo.
Decido no usar el mismo rojo para separar la capa de la chaqueta; lo mismo con el caballo, elijo un tono de blanco más cálido para la crin y la cola. Me queda ver qué hago con algunos colores circundantes, como la montura y la vaina de la espada.
Para pintar los dorados, uso una convención de pintura clásica, en lugar de pintura metalizada. Se trata de reproducir el brillo a partir de marrones, sepias, sienas y amarillo claro. Lleva un poco de práctica, pero una vez dominada la técnica se logra que la pieza brille tanto como uno quiera, y no dependa de las condiciones en que esté iluminada.
Para la capa, aplico sobre la base roja sombras hechas de una mezcla del mismo rojo con azul noche. El color queda como tornasolado, quedaría sucio si para sombrear usara negro. Cosas que uno aprende por ahí.
Para el fondo, comienzo con base blanca también. Sobre ésta rocío
azul noche con aerógrafo, mientras enmascaro con trozos de algodón para conseguir un efecto "nubes". Trato también de hacer un gradiente entre un azul más intenso arriba, y blanco abajo.
Finalmente, paso un
amarillo tostado muy suave sobre el blanco para darle un tono de luz cálido.
Con el fondo listo, paso a la construcción de la base. En el boceto lo había dibujado en la cumbre de un peñasco. Pensé en hacer una copia en resina de una piedra real, pero como el bastidor iba a estar colgado de una pared, tenía que pensar en el peso que tendría. Además me mudé y mis materiales quedaron dispersos en varios lugares, opté por tallarlo en telgopor de alta densidad y pintarlo.
Después de tallarlo, lo sellé con cola vinílica, y lo cubrí con piedritas para pecera y arena. Una técnica básica que aplicada con cierto criterio, deja una buena textura como para pintarlo cuando seque y que parezca terreno. El último detalle se lo doy con una ramita de orégano seca y convenientemente pintada.
Ya está casi listo! Sólo queda verificar en qué posición fijar la figura a la base. Siempre que puedo dejo las piezas sin ensamblar hasta el final. A veces me veo tentado de unir partes en la mitad del proceso para reducir un poco la cantidad de porquerías que hay sobre la mesa; para después encontrarme con que necesito despegarlas otra vez. En este caso, por ejemplo, si hubiera pegado los peñascos al fondo, me hubiera costado un poco más de trabajo perforarlos para unir el caballo.
Todo unido, unas horas para que sequen los adhesivos, y ya está!
Gracias por leer!